La Masacre de la Victoria

Éste es otro caso que encaja perfectamente en la campaña No Olvido, y así como en historias similares, tipo la “Masacre del Amparo” los campesinos se han llevado la peor parte de ésta supuesta guerra contra la guerrilla, el componente armado venezolano ahí tiene una carta en blanco, y como ellos combaten ese flagelo en nuestra frontera, le hacen el mismo daño a los ciudadanos que tratan de reactivar esa zona olvidada por Dios.

El 20 de julio 6 adultos y dos niños fueron masacrados, se les amarraron las manos a la espalda, fueron baleados y quemados en la hacienda Ady, en los alrededores de la Victoria, poblado ubicado a orillas del río Arauca, que es una de las zonas que converge con la frontera con Colombia.

Las víctimas eran Jennifer Chacón, esposa de Kenny Cáceres, dueño de la hacienda, su amiga Jenny Pabón, el capataz Pedro Morales, su esposa María Lizarazo y sus hijos Jhon y Andrés, y los obreros Edwin Díaz y Ovidio Lizarazo. Los Morales-Lizarazo eran inmigrantes colombianos.

Según declaraciones oficiales un soldado Luis Yeferson Lira Rodríguez, de 20 años de edad, fue el autor de éste horrendo crimen, y según investigaciones citadas por el Ministro de Interior y Justicia no existen pruebas que culpen a otros funcionarios castrenses, todo indica que Lira actuó solo.

Ahora me pregunto, si los cadáveres fueron encontrados amarrados y si el asesino estaba solo, ¿él los obligo a amarrarse entre ellos?, ¿o puso su fusil a un lado, para poder utilizar las manos y luego los amarró como mansos corderitos?… no creo que unos padres amarren a sus hijos sabiendo que lo más probable es que no sobrevivan, lo más lógico es que mueran defendiéndolos.

Luego de amarrarlos el desalmado les dispara, los quema y se va a su comando con solo unas pocas manchas en el uniforme… tengo ciertas dudas, además de mi decepción y desprecio a está nuestra montonera armada, porque una fuerza profesional vela responsablemente por sus ciudadanos y los protege de amenazas externas, y no me explico como unos campesinos desarmados y dos niños pueden parecer guerrilleros y si habían pruebas de colaboración con la guerrilla que les da permiso para matarlos, ¿para esos animales armados no hay Estado de Derecho acaso?.

Ahora salen nuevas declaraciones del soldado, dice que estaba en compañía de otros 10 efectivos, y que recibía ordenes de un teniente, pero según las declaraciones oficiales no hay pruebas que sustenten tales hechos, todo indica que fue un acto en solitario, mientras que al mismo tiempo el General Trisoleado Baduel, defiende el Honor del Componente, que creo ya es indefendible porque él y todo el alto mando es responsable de la formación y actuación de sus subalternos.

En el interior de la casa de la hacienda habían contundentes señales de violencia, los tablones de madera que cubrían las paredes y las planchas de zinc quedaron esparcidos, los chinchorros que mecían a los niños y la ropa se veía en el piso, la cama de la pareja que cuidaba la finca estaba cubierta de papeles, fotos y objetos personales, y aún así insisten que lo hizo un solo hombre.

Los sueños de familias Colombianas de vivir en paz y prosperar y el sueño de familias Venezolanas que tenían las mismas intenciones se vieron convertidas en cenizas, como lo declaró el esposo de una de las víctimas: “Ella se negó que la acompañara porque me cuidaba mucho. Se empeñó en que mis heridas podrían infectarse. Ahora ella no está para curarme esta gran herida porque en la casa, en la que planeamos construir nuestro hogar. En la sala donde hace pocos días, acostados en el piso, decidimos tener nuestro primer hijo velamos los restos calcinados, sin rostro, de mi Jennifer”