Lo he aceptado, yo soy nini…

Sí, yo soy nini, ninguno de los dos bandos que se pelean el país me convence ni me representa, pero eso no tiene nada que ver con la responsabilidad que tengo como venezolana.

Mi pequeña familia y yo decidimos quedarnos aquí, en Venezuela y trabajar duro para subsistir en la golpeada clase media. Profesionalmente me he dedicado al área académica y política, he tratado de enseñar y transmitir, no tanto mis convicciones sino, la idea de que todos tenemos derecho a pensar y opinar libremente y que el respeto y tolerancia es lo que puede traer la paz y armonía al país.

Mis convicciones políticas, o si quieren mi ideología, apunta hacia el capital, el progreso y sobre todo hacia el individuo… tres cosas satanizadas por la dirigencia política venezolana en los últimos 100 años, pero no me importa nadar contra la corriente porque sé que algún día me sentiré representada.

El pasado 26 de septiembre voté y participé cívicamente en un proceso electoral, como siempre lo he hecho, no porque me vea reflejada en algún bando sino porque creo que tengo en común con los candidatos y los demás electores el creer que podemos ser un país y no dos. Lo que quiero decir, con toda esta introducción, es que no nos hemos dado cuenta de las cosas que tenemos en común y que para ello debemos reconocer la existencia del otro, pero eso sí: sin obligarlo a aceptar nuestras posiciones, que creo es el error de quienes nos gobiernan (tanto en las regiones como a nivel nacional)

Yo soy liberal de derecha, soy hija de padres de izquierda y vengo de una escuela con profesores marxistas (con algunas excepciones), soy una esposa y madre que trabaja duro para que su familia logre mantener la estabilidad emocional y financiera y soy minoría política en un país naturalmente socialista y, lo mejor de todo, es que soy una mujer optimista.

Con todo eso aún no puedo entender cómo los socialistas, socialdemócratas, socialcristianos, comunistas… defienden un sistema electoral ventajista y sectario que le quita oportunidad a las minorías, y pueden poner de ejemplo al Zulia, a Anzoátegui o al Táchira, me da igual la excusa que quieran hacer suya, la cosa es que la salamandra va en contra de muchas de las cosas en las que creen, en contra de valores que defienden hasta odiar al otro y va en contra, sobre todo, de la convivencia de los ciudadanos a quienes deben respetar, oír y representar.

Sé que no todo es malo… El Señor -porque señor no se le dice a todo el mundo- Ramón Guillermo Aveledo, sin ningún interés de por medio, hizo que un gentío que sólo escuchaba su propia voz, se escuchara entre sí. Magistralmente puso de acuerdo a una pluralidad de actores y partidos (no todos con buenos antecedentes, pero ese es otro tema) y sobre todo escuchó a la gente y lo que ésta requería para las elecciones legislativas. Espero que eso no quede allí y que ahora “la línea” sea escuchar y aceptar al contrario y darle una lección de humildad y de humanidad a los que odian al prójimo, al compatriota, al vecino o al político que gobierna. Necesitamos volver a ser un país y eso debe ser lo primero en la agenda de la nueva Asamblea Nacional y de nosotros los ciudadanos.