Tenía tiempo sin estar del otro lado del salón, sentada en las mesas escuchando la clase y no dándola, tomando apuntes y no explicándolos, participando y contestando preguntas y no haciéndolas.
Me es difícil explicar lo que se siente, a veces pensaba que tenía muchas cosas que decir pero que era otro el que tenía control de la clase, me mentalizaba y me repetía que tenía que prestar atención, que el profe que daba la clase me podía enseñar cosas nuevas, que debía calmar mi ansiedad y que por ningún motivo iba a interrumpir, que solo tenía que pedir la palabra.
Empecé a preguntarme cómo me ven mis alumnos, es algo que no llegaré a saber con precisión, pero que con la experiencia de hoy creo que podré empezar a dilucidar. ¿Mis alumnos me verán como yo veía al profe?, ¿se sentirán el primer día de clases, cómo yo en éste primer día de taller?, ¿se asustarán con la asignación de la primera evaluación?, ¿se preguntarán si pueden cumplir con las expectativas del profe?… yo me hice esas preguntas, algunas inconscientemente, pero la duda más grande seguirá siendo ¿cómo me verán mis alumnos?.
Era una alumna más sentada al lado de gente a la que yo le digo profe, colegas con muchos más años de experiencia, muchos con maestrías, posgrados… pero a pesar de eso sentí que eramos más que licenciados, doctores o ingenieros, eramos personas con intenciones de aprender. A la hora de trabajar en grupo solo discutimos, analizamos y concluimos sin importar quien era el mayor o el que tenía más experiencia, eramos alumnos, solo eso.
La próxima semana expongo en grupo, así que estaré ocupada no solo como docente sino como una estudiante, cosa que me hace recordar que yo fui uno de ellos y que de vez en cuando debo ponerme en el lugar de mis alumnos.
Docente, Alumna, Aula de Clases
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